¿Qué es la Integración
Sensorial?
Introducción al
concepto
Las disfunciones en la Integración Sensorial, no son tan
evidentes como otro tipo de desórdenes corporales, tales como un descenso de
glucosa, un aumento de la presión arterial… parámetros físicos fáciles de
medir.
Los problemas en la Integración Sensorial no son fáciles
de detectar, pero si son muy graves ya que dificultan el aprendizaje y la
interacción con el ambiente social.
Este enfoque ha pasado desapercibido hasta hace
relativamente muy poco, hasta que la investigadora A. J. Ayres, doctora en
psicología y terapeuta ocupacional, describió todo el proceso, y a día de hoy nos
ha permitido a los terapeutas ocupacionales seguir sus directrices. Fue tan
difícil de detectar porque la Integración Sensorial es un proceso automático y
es difícil reflexionar sobre el plano inconsciente, dando lugar a la situación
de que profesionales y estudiosos lo han pasado por alto por mucho tiempo.
Médicos, profesores y familiares, han sido a lo largo del
tiempo capaces de percibir aspectos del problema, pero sin poder definirlo
adecuadamente, ni entender exactamente qué es lo que les ocurría a estos niños.
Y es que, la Integración Sensorial, se entiende como el
proceso de organización de las aferencias sensoriales del medio para su
uso funcional. Todos y cada uno de nuestros órganos informan al sistema
nervioso central sobre nuestro estado corporal en referencia a la gravedad, y
sobre las condiciones del contexto físico que nos rodea; es el cerebro el que
debe de organizar toda esta información de manera fluida. Por
ejemplo si comparamos este proceso con una situación donde un policía dirige el
tráfico, el policía sería el cerebro, ambos poseen la función de organizar, el
cerebro organizaría los estímulos aferentes del cuerpo y del medio y el policía
organizaría el tráfico; si ambos poseen la capacidad y destreza demandada,
serán capaces y de producir una situación tranquila con un tráfico fluido que
impida los atascos y bloqueos.
Por lo tanto, la Integración Sensorial es un proceso
automático e inconsciente, organiza la información y hace posible que las
sensaciones se conviertan en percepciones,
permitiendo otorgar significado propio a esos estímulos, seleccionando
los importantes y clasificándolos en categorías, permitiéndonos así actuar de
manera eficaz y experta a las demandas ambientales expresando respuestas
adaptativas, siendo por tanto la base del éxito académico y comportamiento
social.
A modo de otro ejemplo metafórico, las sensaciones son
para el cerebro lo que los alimentos son para el estómago, la comparación ahora
reside entre los órganos cerebro y estómago; lo que uno come alimenta el
cuerpo, y lo que uno percibe construye su propia realidad, cerebro y estómago
son mediadores interdependientes de dos procesos, en el primer caso el proceso
de digestión, y en el segundo el proceso de la Integración Sensorial; si existe
alguna disfunción en estos procesos, la digestión y la integración sensorial
serán erróneas y darán pasos a problemas funcionales, cada uno bajo su nivel de
especialización.

Ahora bien, cómo es posible que unos impulsos eléctricos
cerebrales lleguen a tener significado en nuestras vidas, parece más bien cosa
de magia, pero no, es Integración Sensorial.
La Integración Sensorial empieza en el seno de la madre,
cuando el cerebro del feto empieza a sentir los movimientos de su madre, este
proceso incrementa se funcionalidad el primer año de vida, imagínense la
actividad mental que debe ocurrir para que un niño pase de no desplazarse si
quiera a erguirse y caminar, el niño debe integrar correctamente toda la
información que le proporciona su cuerpo sobre el movimiento, sobre su
posición, sobre las sensaciones del movimiento… el juego infantil es el medio
idóneo para que el niño empiece a interactuar con su entorno y aprenda a
organizar las sensaciones que éste le proporciona, y es que, nacemos con esa
capacidad, la capacidad de la Integración Sensorial, al igual que con la
capacidad de respirar, pero un desajuste puede dificultar su desarrollo.
Si hemos llegado hasta aquí con esa capacidad, significa
que nos ha permitido sobrevivir ante las demandas ambientales, es decir nos ha
permitido emitir respuestas adaptativas, no es lo mismo que un bebé levante los
brazos para alcanzar el biberón que los mueva simplemente agitándolos; la diferencia
radica en la Integración Sensorial, el bebé ha aprendido a discriminar el
biberón a codificarlo de manera que cuando sus sentidos se activan ante su
presencia lo reconocen y se sienten motivados a alcanzarlo, en cambio si no
hubieran integrado correctamente el estímulo, no evocarían ningún tipo de
respuesta ante él.
En una respuesta adaptativa dominamos un reto y
aprendemos algo nuevo, además la generación de una respuesta adaptativa, ayuda
al cerebro a desarrollarse y organizarse; el niño que aprende a organizar su
juego y que desarrolla destrezas mediante el juego, está más preparado para
atender bien sus tareas escolares y tener éxito ante los desafíos que se le
presentan en la vida.
El cerebro del niño es una máquina de procesar
sensaciones, hasta la edad de siete años no posee muchos pensamientos
abstractos, mueve su cuerpo en función de las sensaciones que experimenta, por
lo tanto sus respuestas adaptativas son más motoras que mentales; por eso es
fundamental que la primera etapa de siete años el niño posea un extenso
desarrollo sensoriomotor que le permita crecer conociendo su cuerpo, respetando
los ritmos madurativos de cada niño y proporcionando apoyos necesarios se irá
sustituyendo cada vez más la actividad sensoriomotriz por las respuestas
adaptativas sociales y mentales. La integración sensorial que produce el
moverse, hablar y jugar constituyen la base para leer, escribir y comportarse
bien.
El ser humano está diseñado para disfrutar de las cosas
que promueven su desarrollo, organizar las sensaciones produce sensación de
placer, ofrece mucha satisfacción, pero aún más satisfacción produce el
organizar esa información con respuestas adaptativas; nuestra naturaleza nos
lleva a una búsqueda constante de sensaciones que nos ayuden a organizar el
cerebro. Los niños se mueven porque necesitan esa información.
Integración Sensorial deficiente
No todos poseemos una integración sensorial perfecta, aunque es cierto que
las personas felices, productivas y bien coordinadas se acercan bastante; en
Estados Unidos se estima que entre el 5% y el 15% de los niños poseen algún
problema a nivel sensorial.
No existe ningún
método capaz de medir los trastornos del cerebro insitu, ya que no son problemas
médicos como los demás, solo el ojo entrenado es capaz de detectas los sutiles
matices.
Algunos primeros
síntomas serían bebés que no se dan la vuelta, no gatean, no se sientan, o
tardan a andar, niños que no aprenden a atarse los cordones o montar en bici,
con movimientos poco ágiles, torpeza, o tropezarse con mucha frecuencia; aunque
hay que tener en cuenta que algunos de éstos síntomas se producen por un
problema a nivel del músculo motriz, y cuando existe un problema en la
Integración Sensorial los músculos funcionan perfectamente, es el cerebro el
que pasa por apuros.
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